domingo, 5 de marzo de 2017

La mesa llena


La de la foto es Rosita, mi abuela.

Todos los sábados las seis hijas (mi madre y mis tías) de mi abuela y casi toda su descendencia se reúnen en su casa para tomar café con horneados. Tiene 17 nietos y 4 bisnietos; 6 yernos y dos nietos políticos, así que se imaginarán el gentío, la bulla y la vida en esa casa. Es un vínculo muy lindo, lazos familiares que se han ido tejiendo entre empanas y café. 

En la mesa hay café, té, azúcar y una tetera de agua caliente. Sus tazas de diferentes diseños y tamaños, conserva algunas floreadas de diseño de antaño. Cuando nos sentamos todas las mujeres empezamos a hablar temas diferentes, una habla con una, otra con otra, todas con todas y mientras los niños corretean, gritan y ríen, mi pobre abuelo dice “gracias” y se levanta sin hacer ruido, los varones que se atreven a compartir el café de la siesta disfrutan callados sus empanadas. Van llegando los nietos y la mesa se recoge y se pone tres veces, cada quien hace el trabajo y alguna de las hijas se turna para lavar el servicio.
 
¡Cuidado que llegués tarde! No vas a encontrar nada, pero sí a Rosita.




Rosita, como yo solamente le digo, hace las mejores empanadas fritas, los mejores tamales, el mejor pastel de choclo, el mejor masaco, el mejor sonso/zonzo, los mejores cuñapés… todo muy riiiiiiiiiico. Siempre dice que está cansada y que ya no va a hacer más (ojalá nunca llegue ese día).

Aunque no me quiera contar sus secretos yo sé que el mejor guardado es el Amor porque el amor nos une.


1 comentario:

  1. Una historia corta pero cargada de muchos sentimientos, reviví todos los momentos pasados en la casa de mi abuelita, uno cree que van a ser eternos pero no es así. Cuánto no daría por probar de nuevo sus fritos y su chocolate humeante en invierno, sus picantes y sus escabeches para los cumpleaños y su picana navideña. Su casita siempre llena de gente, de vida, pero sobre todo de amor del bueno.

    ResponderBorrar